ya son las 3 en punto. Shoot-Up
Ilustración: Juan Cedeño

Shhh…

Él.

Hay una chica… que siempre veo al salir de mi trabajo. Es una mujer atractiva, pero no sé si sea su rostro, su cuerpo, tal vez su cabello o su postura al esperar el autobús que la lleva; supongo, hacia su hogar. Una vez intercambiamos miradas y desde entonces jamás ha vuelto a pasar. Sin embargo, a veces la veo mirar hacia donde estoy, pero volteo para que no piense que la observo como un degenerado o algo por el estilo.

La cosa es que no puedo simplemente ir y hablarle. Después de todo, la hora en la que concuerdo con ella al salir es a las 3:30 y todos aquí saben lo que sucede en ese horario hasta las 4 de la tarde. Quisiera poder hablarle, pero ¿Podré? No estoy seguro. Seguirla es una opción viable… podría inventar una excusa para dirigirme hacia el mismo lugar que ella y sacarle conversación si se presenta. No, tengo que crear esa opción. No es sencillo. Cuesta planear algo y a fin de cuentas no hacerlo. Quizás me rinda…

… cerca de las 3 en punto.

Ya cerca de las 3pm. Hora de ir recogiendo y despedirme del trabajo al menos por hoy. Mañana tendré que volver, pero ya será otro día, hoy descansaré. Mi jefe me hizo saber que también hablaríamos sobre algo al día siguiente, espero sean buenas noticias, llevo casi dos años aquí y ningún aumento, creo que merezco algo mejor.

Poco después había cerrado todo y por fin pude dirigirme hacia la zona donde espero mi autobús y, por supuesto, veré a la… No, no debo pensar en ella otra vez, espero no encontrármela.

Pero… me la encontré. No sé qué pensar. Esto es casi un insulto a mis deseos y pensamientos, o así lo veo yo, pero dejaré de pensar en mí mismo… la miraré. Hoy lleva una caja en sus brazos… la despidieron. Me hace sentir mal ¿Qué clase de malnacido echaría a la calle a una belleza así? Quizás hoy es el día, me acercaré y..

Llegó el autobús.

¡Coño! – pensé.

Mientras dejaba pasar a unas personas antes de montarme en él, doy una última mirada hacia donde se supone estaba ella. Cruzamos miradas. Me quedé petrificado. No estaba tan lejos. Ella soltó su caja y dio unos pasos hacia donde estaba yo…

Yo… ¡les juro que le iba a hablar, se los juro!, pero el conductor me hizo una señal algo brusca y me tuve que montar rápidamente. Dentro del bendito transporte volvimos a vernos. Sus ojos a los míos, no a los de nadie más, a los míos.

Ya sé que fue lo que me encantó de ella.

Sus Ojos…

Ella

Hoy renuncié. Mi jefe era, no, ES un verdadero imbécil, por no decir otra cosa. No sé que va a pasar con mi vida. Después de todo, era un empleo bien pagado, pero no podía seguir en él sabiendo que en cada momento estaría siendo acosada por el mismo sujeto que me daba mi paga. Quién sabe qué estaría pensando hacerme si seguía allí.

Hoy también es el día que lo vuelvo a ver a “Él”. No sé quién es, pero me parece simpático. A veces noto que me está mirando fijamente y volteo a mirarlo también, pero gira inmediatamente su cabeza hacia otro lado como si no quisiera que lo mirara. A veces no es sencillo ser una chica.

Esperaba el día que me llegara y al menos por medio de una carta me dijera lo que quería, porque ¡Ah! Cierto, no lo he mencionado…

… las 3 en punto

En esta ciudad está estrictamente prohibido hablar entre las 3 en punto y las 4 de esa misma tarde. Así ha sido cada día y la verdad es que nadie me ha dicho, desde que llegué, si es una especie de broma o algo parecido. No lo creo porque todos siguen esta regla a rajatabla. Es más: hay un reloj que resuena en toda la ciudad exactamente a las 3 en punto. Creo que nos espera la muerte si incumplimos el silencio porque, en serio, nadie, lo repito, nadie habla.

Me lo encuentro a él a las 3:30 y aunque a esa hora no podamos hablarnos siempre llegamos a vernos. Me temo que no volverá a ser así.

Mientras esperaba en la parada con mis cosas del trabajo, lo vi llegar un poco más animado que otros días. Quizás le dieron un aumento o le dijeron algo que lo hizo animarse. Me parece gracioso y estoy feliz por él un poco, pero su sonrisa se desvaneció al verme con mis cosas del trabajo en brazos ¿En serio esperabas algo conmigo? Ojalá me hubieras hablado…

¿Saben? Al diablo, voy a ir a hablarle, no tengo nada que perder. Tiré mis cosas al suelo e intenté acercarme, pero entró al autobús rápidamente como si no quisiera saber de mí. Pero nos volvimos a ver dentro del autobús.

A diferencia de mi antiguo jefe al que le notaba la suciedad incluso en el rostro, “Él” me mira distinto, una mirada inocente. Eso pienso.

Sus ojos también son lindos…

Él – Día siguiente

¡Jaja, me parece chistoso esto!. Hoy no me ascendieron ni nada que ver: me despidieron. ¿Quién se cree? Si no fuera por mí su compañía ya estaría en quiebra, espero le pase algo por sucio.

Pero ya no importa. Comenzaré a buscar otro empleo, cosa que me parece tremendo fastidio.

Ayer a la chica que siempre observaba la despidieron, o eso asumí. Quizás no la vuelva a ver. Que estúpido de mi parte fue alejarme así de ella. Fue el final abrupto que no quería para esa historia.

Pero, ¡Hey! -pensé- está ella aquí, en la parada de los autobuses otra vez. Esta vez con ropa informal, no se ve nada mal a diferencia del traje que siempre usaba para trabajar. Me gustaría verla en todas las ropas y zapatos que existan, no creo que se vea mal en ninguna… mentira, pensé en un traje que se le vería ridículo, pero eso es aparte.

Esta vez no había ningún vehículo cerca. Me habían despedido, ya no tenía nada que perder. Si me rechazaba este sería el final más trágico para mí, o eso pensaba.

Me miró apenas coloqué mis cosas en el suelo y caminó hacia donde estaba. En serio, me tenía que mover, así que también me moví hacia ella. No era mucho lo que debíamos caminar, pero esto parece una escena de película, pensé.

En segundos, toda esta emoción que sentía dentro de mí me hizo sudar. No habré dado ni diez pasos para estar frente a ella, pero esto se sentía así, caluroso y emocionante. No podría describirlo de otra forma.

...3:46 p.m.

Frente a ella, miré mi reloj y eran las 3:46 p.m, Aún no podíamos hablar. Pasara lo que pasara, sabía lo que sucedería si lo hacía, pero ella me tendió un papel con algunas palabras:

“Aún estamos dentro del horario ¿Sabes qué sucede si hablamos?”

Me entregó después de leerlo y mirarla un lápiz para escribir una respuesta. Le escribí que sí, que sabía lo que sucedería. Se lo entregué, leyó rápidamente y me tendió otro papel. Decía que asintiera con la cabeza si no me importaba “cometer un delito”.

Dirigí mi mirada hacia el cielo. Se notaba el día de hoy un toque más alegre que otros días, era azul, el cielo. Asentí y me entregó, esta vez, el último papel… Leí detenidamente y acordamos que lo haríamos una vez terminara de contar con sus dedos.

Tres dedos, no puedo esperar a decirle lo que siento ¿Le gustaré también?

Dos dedos, si dice que sí, tengo que invitarla al prado, espero no le moleste la grama.

Un dedo.

Ambos dijimos al mismo tiempo:

– ¡Hola!